vida diaria, en las profesiones, artes ú oficios, está casi todo por hacer para independizar á la mujer, y para convertirla en una compañera útil del hombre y en una ayuda eficaz en la familia. Es preciso, sobre todo, hacer mentir al viejo proverbio, que sólo ha prosperado gracias á la vanidad de los hombres, á saber: "el meollo de la mujer es poco, y el que no lo toma, es loco".
En este sentido, el programa del femineismo no puede ser más simpático: no busca emancipar á la mujer, masculinizándola é invertiendo los papeles, sino
que quiere igual instrucción para ambos sexos é igual posibilidad de ejercer cualquier profesión, arte ú oficio. Esto
no impedirá nunca que la parte más
agraciada del bello sexo prefiera las dulzuras del hogar á la lucha independiente por lá vida; pero nada es más justo que
de su sexo, mientras que los varones, en las mismas
condiciones, sólo alcanzan al 738‰.