Página:La música como develadora del sentido del arte en Marcel Proust.djvu/70

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reaniman. La habitación, desde luego, aunque solamente la hayamos visto una vez, despierta recuerdos de que penden otros más antiguos. ¿Dónde dorm ían en nosotros algunos de que adquirimos conciencia? La resurrección en el despertar -después de ese benéfico acceso de enajenación mental que es el sueño- debe de asemejarse, en el fondo, a lo que ocurre cuando se vuelve a encontrar un nombre, un verso, r un estribillo olvidados. Y acaso quepa concebir la resurrección del alma allende la muerte, como un fenómeno de memoria (III, 98-99), (II, 88). corazón ha cesado de latir y unas tracciones rítmicas de la lengua nos exhala una frase feliz que proviene de su aliento (más tarde ocurrirá algo parecido con Albertina mientras duerme). El narrai ‘or trata las evoluciones de estas frases musicalmente, como la de Vinteuil o las de Bergotte, y más bien, la frase da que pensar y provoca asociaciones, como dice Kant de las ideas estéticas expuestas por el genio, pues en ella el concepto es suspendido. Los trastornos de la memoria dependen de las intermitencias del corazón. El alma total es una ficción, porque si bien atesora nuestros recuerdos, no podemos poseerlos, ni evocarlos según nuestro parecer. Incluso hay recuerdos que impiden el acceso a otros. La muerte de la abuela, de la que el héroe toma conciencia mucho después en su segunda estada en Balbec, hace reaparecer las dos hipótesis que la sonata de Vinteuil había presentado: la hipótesis del ser, de la resurrección, de la supervivencia del recuerdo de la abuela rememorado, y la hipótesis del no ser, de la nada, de la muerte de la abuela que ya no existe (IV, 183-186), (ll, 755-757). Proust mantiene la misma interrogación (en rigor, su obra no parece disiparla) que nos ha dejado la música: por el tiempo se da Io extratemporal, el yo que recuerda a la esencia común a las impresiones, pero ese yo y ese recuerdo vuelven a retirarse de nuestra conciencia y no se mantienen. Alcanzan a ofrecernos otra visión de la muerte, pero no la eliminan. Por eso el deseo del narrador de hallar en la música una‘ totalidad simultánea, en vez de la multiplicidad sucesiva que recibe. El mismo interrogante se presenta con la muerte de Bergotte: ¿está el escritor muerto para siempre? Pero entonces, la resurrección para el yo extratemporal: ¿tienealguna importancia metafísica? 71 Pero es, como siempre en Proust, una hipótesis. En la agonía, la abuela