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»gordo, redondo, con un turbante amarillo, y un »bulto en la mano, envuelto en un chal. Parecía »tener mucho miedo, pues las manos le tembla»ban como si tuviera tercianas y movía la cabe»za incesantemente á derecha é izquierda, pa»seando por todas partes sus ojos diminutos y » brillantes se asemejaba á un ratón en el mo»mento de salir del agujero. La idea de que íba»mos á matarlo me dió un calofrio; pero luego »pensé en el tesoro, y el corazón se me puso dupro como una piedra.

» Cuando el hombre vió mi cara blanca dió un »chillido de gozo y corrió hacia mí.

—> Protéjame usted, sahib—dijo con voz en»trecortada, protéjame usted !—He atravesado »todo el Rajpootona para buscar refugio en el »fuerte de Agra. Me han robado, me han maltra»tado, me han ultrajado porque he sido fiel á la »compañía. Bendita sea esta noche, en que por »fin me encuentro en salvo, con mis escasos »bienes.

—¿Qué trae usted en ese bulto? »gunté.

—>Una caja de hierro que contiene algunos >objetos de familia que no desearía perder, aunque no son de valor. Esto no quiere decir que »yo sea un mendigo, y tanto á usted, joven sale pre-