Página:La señal de los cuatro - Arthur Conan Doyle (1909).pdf/7

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 9 —

campaña afghana, y no me sería posible cargarlo con un nuevo peso.

Holmes se sonrió al notar mi vehemencia.

Tal vez tenga usted razón, Watson—dijo.

Yo creo que la influencia de esta droga es mala. Sin embargo, á mí me estimula y me aclara las ideas de manera tan trascendental, que su acción posterior me importa poco.

—¡Pero, piénselo usted bien! — le repliqué con calor. Calcule usted lo que eso le tiene que costar! Su cerebro puede sentirse despierto y excitado, como usted dice; pero ese es un proceso patológico y mórbido, que implica un cambio en los tejidos y puede producir al fin una debilidad permanente. Usted sabe además cuál es la tremenda reacción que experimenta después. En ese juego más es lo que se pierde que lo que se gana. ¿Por qué razón arriesga usted, en cambio de un placer pasajero, la pérdida de sus grandes facultades? Tenga usted presente que le hablo, no solamente como camarada, sino como debe hablar el médico á una persona de cuya salud es en cierta medida responsable.

Sherlock Holmes no pareció enojarse por mis palabras. Al contrario, juntó los dedos de las manos y apoyó los codos en los brazos del sillón como alguien que se prepara gustoso á conversar.