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Oct. 1828.
COMANDANTE FOSTER - CAMBIOS.

tiempo en dirigirme, y encontrarlo profundamente dedicado en esa serie de observaciones las cuales se han reflejado tanto en la gloria de su memoria.

Antes de zarpar, hice los arreglos para encontrar al Chanticleer, ya fuese en la isla de los Estados o en el cabo de Hornos, con el propósito de proporcionarle las provisiones, que le permitieran seguir de allí al cabo de Buena Esperanza, sin tener que regresar a Montevideo.

El 13 de octubre, zarpamos a Río de Janeiro para obtener algunos pertrechos, que habían sido enviados desde Inglaterra para nuestro uso, y para calafatearnos y repararnos. El Beagle permaneció en Montevideo, preparándose para nuestro próximo crucero. Antes de que estuviéramos listos para dejar Río de Janeiro, el comandante en jefe, Sir Robert Otway, llegó desde Bahía, en su buque insignia, el Ganges. Sir Robert me informó, que él consideraba necesario que el Beagle fuese carenado y recorrido, que quería reemplazar al teniente Skyring; y había enviado las órdenes necesarias a Montevideo. Cuando el Beagle llegó, el teniente Robert Fitz Roy, ayudante de órdenes del Ganges fue nombrado comandante; el Sr. J. Kempe, oficial, como teniente, y el Sr. M.Murray, ayudante del navegante del Ganges, como navegante.

Aunque estas órdenes eran indudablemente una prerrogativa del comandante en jefe, y yo no tenía razón de reclamar de la selección que él había hecho para cubrir las vacantes, aunque parecía duro que el teniente Skyring, que había tenido en todos sentidos una tan bien ganada promoción, fuese privado de un nombramiento al cual él mismo por supuesto se consideraba que tenía derecho.

La conducta del teniente Skyring, durante todo su servicio en el Beagle, especialmente durante el levantamiento del golfo de Penas, y la triste enfermedad de su comandante, fue digno de los mayores elogios y consideración; pero se vio obligado a regresar a su antiguo puesto como ayudante del oficial hidrógrafo; y, en su honor sea dicho, con una calma y buena voluntad, que muestran su celo profundo por el servicio.

El comandante Fitz Roy estaba perfectamente calificado para mandar el Beagle; y aunque no podía dejar de sentir mucho la amargura por la decepción del teniente Skyring, no tenía ninguna otra causa de insatisfacción.