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CAPÍTULO XX.


ORIZABA—LA GRAN CONDUCTA.


O

RIZABA es una de las ciudades antiguas más curiosas que hemos visitado en México. Se parece más a Colima en sus Alrededores que cualquier otro, pero la vegetación tropical que crece en las inmediaciones, no se compara con aquella que da tal aire de lujo oriental y magnificencia a la Ciudad de sol, allá por el Océano occidental, a través del cual hicimos nuestra entrada en México. Los techos pesados, planos o arqueados de la mesa central y las llanuras tierras elevadas de México, desaparecieron en las Cumbres, y en Orizaba vimos edificios de paredes bajas, en su mayor parte pero de un piso de altura, con amplia proyección de aleros, y techos inclinados cubiertos con las mismas viejas tejas rojas que los españoles colocaron allí hace trescientos cuarenta años.

El grupo del Sr. Seward fue hospedado de forma más cómoda, en una de las pocas casas de dos pisos en la ciudad, que pertenecía a un joven médico, el Dr. Talavera, y de nuestras ventanas mirábamos las calles de la mayor parte del pueblo. Las calles son amplias, y tolerablemente rectas, y pavimentadas con lava. Los canales están en el medio de la calle, y las aceras son meras banquetas , de cerca de tres pies—raramente cuatro pies—de ancho, apenas lo suficientemente ancha como para dos personas caminar juntas. Zacate fresco y verde—