el trabajo a cualquier costo; pero qué tan pronto puede ocurrir tal oportunidad, es sólo una cuestión de especulación poco fiable.
En 1868-9, una expedición contra él, que estaría bajo el mando de General Ramón Corona, fue planeada y casi listo para empezar, pero nunca tuvo órdenes de marchar, por disturbios requiriendo la presencia de las tropas en otros lugares.
Es un hecho notable, que casi todas las revoluciones locales o pronunciamientos en México—especialmente en los Estados ribereños en la costa del mar—son fomentados y sostenidos por el momento por casas extranjeras, que desean obtener ganancias, pecuniarias, por las desgracias del país y sus habitantes. Cuando llegan varios cargas de bienes de desde Europa, con impuestos que van desde cincuenta a cien y ciento cincuenta ad valorem requeridas por ley, que están por llegar a algún puerto, las partes interesadas buscan a algún jefe ambicioso jefe, quien les da su consentimiento para ser utilizado por ellos, le facilitan los medios para levantar el primer cuerpo de tropas para un pronunciamiento. Después toma la aduana, y si posible, la casa de moneda más cercana, deja pasar las cargas por veinte o veinticinco por ciento, de las obligaciones legales, y grava uno o dos préstamos forzosos, a los comerciantes a su alcance. Por supuesto, él toma buen cuidado para dar recibos por la de cantidad del préstamo que se debe a las casas en cuyo interés actúa. Cuando las tropas gubernamentales llegan para atacarlo, él está listo para irse con los fondos que ha reunido, y buscar asilo en los Estados Unidos u otro país. Las autoridades de Gobierno legítimas, al ser restablecidas en el poder, encuentran siempre difícil, y generalmente imposible, cobrar los derechos sobre las mercancías que así han sido
