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Página:Prosa por José Rizal (JRNCC, 1961).pdf/68

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excepcionales. Prefiero hablarle de Madrid donde permanecí largo tiempo y cuyas costumbres, clima, historias secretas o públicas creo conocer algo por lo menos durante el tiempo que yo estaba allí.

"Madrid es una de las ciudades más sonrientes del mundo que participa al mismo tiempo del espíritu de Europa y del Oriente, que acepta la regularidad, la conveniencia, el buen tono que viene de la Europa civilizada, sin despreciar, sin rehusar los colores brillantes, las pasiones vivaces, las costumbres primitivas de las tribus de África, de aquellos árabes caballerosos cuyas huellas aún se pueden reconocer en todas partes, en el tipo, en los sentimientos, en los prejuicios y hasta en las leyes. Lo que siempre le extrañará cuando llega del Extranjero, es la animación, los colores brillantes y el andar campechano que encontrará en las calles. Vd. verá ropa sucia decorando los balcones como la bandera de la familia. Son las lavanderas que cojen esta oportunidad para enseñar delante del público el secreto del tocador y de las prendas de sus amos. Pero no hay que andar con la cabeza alta mirando los balcones para admirar a las jóvenes que les adornan en medio de flores y de plantas atrayentes, porque se expondrá al peligro de pisar algo que le pondrá en la necesidad de cambiar las botas. Tenga Vd. cuidado, si alguien se acerca para preguntar alguna cosa, no diga que es extranjero, le podrían hacer una mala jugada. Procuran engañarle imaginando mil trampas de las cuales los extranjeros escapan con dificultad. No se dirija a los guardias de policía para obtener una información; es una molestia inútil, son palabras perdidas. Le contestarán tranquilamente que no lo saben, que entraron ayer en el servicio; pero si Vd. les apura dando algunas explicaciones con el deseo de utilizar sus conocimientos, le darán un jeroglífico que ellos mismos no entienden.

"La más bella cosa de Madrid es la burguesía. Es amable, distinguida, ilustrada, franca, digna, hospitalaria y caballerosa. Es también un poco aristocrática en sus gustos, quiere los reyes, los títulos, las dignidades, aunque se precia de republicana. Se ríe de los curas, de los sacerdotes, y aunque no lo practica mucho, se precia de ser católica; tiene horror a los protestantes, a los