Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/103

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
101
QUO VADIS

»En cuanto á la belleza y á las pompas de la existencia, si habéis erigido tantos y tan suntuosos templos y estatuas á divinidades malignas, rencorosas, impias y adúlteras, ¿qué no haríais en honor de un Dios único de verdad y de perdón?

»Tú te sientes satisfecho de la suerte que te ha cabido, porque eres opulento y vives en la molicie.

»Sin embargo, bien hubiera podido suceder, aún en tu caso, que estuvieras pobre y abandonado, si bien sea ilustre tu linaje; y entonces, en verdad que mejor hubiera sido para tí el que las gentes confesaran á Cristo. Tú sabes que en Roma, los mismos padres de familia opulentos, cuando no quieren darse el trabajo de educar á sus hijos, los arrojan á menudo fuera de su casa y á esos hijos llámaseles alumni (alumnos.) A tí también habría podido pues tocarte en suerte el ser un simple «alumno» desvalido. Pero, cuando los padres practican nuestra religión, se hace imposible esa contingencia.

»Y sí al llegar tú á la edad viril, te hubieras unido en matrimonio á la elegida de tu amor, sería tu anhelo saberla fiel á ese amor hasta la tumba.

»Entre tanto, mira en derredor: observa lo que ocurre en la atmósfera que te envuelve: ¡cuánta abyección, cuánta infamia, qué indigno tráfico de la fidelidad de las esposas!

»No solo eso: entre vosotros mismos es motivo de asombro el encontrar una mujer á quien podáis dar el calificativo de univira (de un solo marido.) »Y yo te digo que ninguna mujer que lleve á Cristo en su corazón, ha de faltar á la fe jurada al marido, así como ningún esposo cristiano puede traicionar á su esposa.

»Pero vosotros no tenéis confianza ni en vuestros gobernantes, ni en vuestros padres, ni en vuestras esposas, ni en vuestros hijos, ni en vuestros sirvientes.

»Todo el mundo tiembla delante de vosotros, y al propio tiempo tembláis vosotros mismos delante de vuestros