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QUO VADIS

cualquiera otra muerte puede aguardarte antes que esa.

Por lo demás, ¿quién dice que esos fueran leones? Los bisontes germanos rugen con no menos dulzura que los leones. En cuanto á mí, paréceme ridículo creer en el hado y en los presentimientos. Anoche hacía calor y presencié una como lluvia de estrellas. Hay muchos hombres que consideran de mal agüero espectáculo semejante, pero yo pensé esto: «Si entre esas estrellas se encuentra también la mia, por lo menos allá arriba la compañía no ha de hacerme falta.» En seguida guardó silencio y agregó luego, después de un momento de meditación: —Si vuestro Cristo se ha levantado de entre los muertos, acaso El pueda también protegeros á vosotros contra la muerte.

—Posible es,—contestó Vinicio alzando la vista hacia el cielo, cubierto á la sazón de estrellas.

CAPÍTULO XLI

El César se hallaba tocando y cantando en honor de la «Reina de Chipre», un himno cuyos versos y música ha bía compuesto él mismo.

Aquel día estaba en voz y comprendía que su música en realidad cautivaba á sus oyentes.

Esa convicción agregaba tal fuerza á los sonidos que producía y exaltaba tanto su alma, que parecia inspirado.

Y al terminar el canto se hallaba pálido, porque sentíase realmente conmovido.

Y en esta ocasión, acaso por la vez primera, no tuvo el menor deseo de escuchar los elogios de los demás. Así, pues, sentóse por espacio de algunos instantes con las manos sobre la citara y la cabeza inclinada. Luego levantandose de súbito, dijo: —Estoy fatigado y necesito aire. Entre tanto, afinad las citaras.