Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/124

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
122
QUO VADIS

—El se halla enamorado, como lo estuvo Troilo de Clepsidra. Permítele, señor, que vuelva á Roma, si no quieres que muera aquí á mi lado. ¿Sabes que ese rehén ligur que tú le diste ha sido encontrado, y que Vinicio, al partir para Ancio, la ha dejado á cargo de cierto Lino?

No te he hablado antes de esto porque t hallabas ocupado en la composición de tu himno, y eso era más importante que ninguna otra cosa. Vinicio había querido hacer de ella una amante; pero, como ha resultado ser tan virtuosa como Lucrecia, esa virtud le ha cautivado y ahora desea unirse á ella en matrimonio. Como es la hija de un rey, no habrá entre ambos diferencia de condición. Mas, Vinicio es ante todo un soldado. De ahí que aun cuando pasa la vida mustio y entre gemidos y suspiros, nada hará sin obtener antes el permiso de su Imperator (emperador).

—El Imperator no elige las esposas para sus soldados.

¿De qué serviría entonces mi permiso á Vinicio?

—Ya te he dicho, joh, señor! que él te deifica.

—Tanto más cierto puede estar entonces de alcanzar mi permiso. Sí, esa es una doncella bien parecida, pero muy estrecha de caderas. La Augusta Popea se ha quejado de que ella fué la autora de un maleficio á nuestra hija en los jardines del Palatino, y al cual maleficio se debió su muerte.

—Pero yo dije á Tigelino, á la sazón, que los dioses no se hallaban sujetos á malos encantamientos. Y recordarás, divinidad, su confusión, y como tú exclamaste: Habet!

—Sí, ya lo recuerdo.

Y volviéndose á Vinicio, le preguntó: —¿Es cierto que la amas como dice Petronio?

—Así la amo, señor, contestó Vinicio.

—Entonces te ordeno que partas mañana á Roma á unirte con ella en matrimonio. Y no te presentes de nuevo ante mi vista sin el anillo nupcial.