Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/154

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
152
QUO VADIS

después, casi cuando estaba ya próximo á caer, divisó cercana la esquina de la calle. Esto le infundió valor nuevamente. Dobló esa esquina y se encontró en una calle que conducía á la Via Portuense y al Campo Codetano.

Las chispas dejaron ahora de rodearlo y comprendió que si podía llegar hasta la Via Portuense, hallaríase en salvo, aún cuando se desmayara en seguida.

Al extremo de la calle distinguió una nueva nube de humo, que tal le pareció y que á primera vista cerraba alli el camino.

—Si eso es humo,—pensó,—no podré pasar.

Y prosiguió su carrera, llamando en su ayuda los últimos restos de su energía.

En el camino arrojó su túnica,—la cual, quemada por las chispas le estaba escaldando, como la túnica de Neso, —y conservó tan solo el capitium de Ligia alrededor de su cabeza y sobre la boca.

Cuando hubo corrido un poco más lejos, pudo ver que lo que había tomado por humo era una nube de polvo de entre la cual se levantaba un tumulto de voces y de gritos.

—La canalla se estará entregando al saqueo,—pensó Vinicio; pero siguió corriendo hacia el punto de donde procedían las voces.

En todo caso, alli habría gente que pudiera socorrerle.

Y alentado por esa esperanza, pidió auxilio con todas sus fuerzas antes de llegar hasta ellos.

Pero este fué su último y supremo esfuerzo.

Sintió que una nube roja pasaba por delante de sus ojos; faltó aire á sus pulmones y vigor á sus músculos y cayó al suelo. Pero le habían oido; mejor dicho, le habían visto.

Dos hombres acudieron llevando en las manos sendas calabazas llenas de agua.

Vinicio, que había caído al suelo desfallecido por ago miento, pero sin perder los sentidos, apoderóse con am-