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QUO VADIS

puerta Esquilina, perecieron abrasados por un mar de fuego.

En lugares hasta donde no habían alcanzado las llamas se encontraron después centenares de cuerpos quemados hasta la carbonización. Aquí y allí había habido desgraciados que habían arrancado parte del pavimento ente rrándose á medias para defenderse contra el fuego.

Casi ninguna familia de las que habitaban en el centro de la ciudad sobrevivió con todos sus miembros al infausto suceso; de ahí que á lo largo de las murallas, en las puertas y por todos los caminos dejábanse oir los desesperados alaridos de las mujeres que llamaban con tiernos nombres á los que habían perecido atropellados por la multitud o devorados por el fuego.

Y así, en tanto que algunos imploraban á los dioses, otros blasfemaban de ellos á causa de la espantosa catástrofe.

Y veíanse ancianos que venían hacia el templo de Júpiter Liberator, alzaban los brazos y exclamaban: —Si eres libertador, salva tus altares y salva á la ciudad!» Pero la desesperación imprecatoria del pueblo se volvía principalmente hacia los antiguos dioses romanos, quienes, en el sentir del populacho, hallábanse obligados á velar por la ciudad con más solicitud que los otros númenes y habían resultado impotentes; de ahí que sobre ellos llovieran las injurias.

Por otra parte, había sucedido en la Vía Asinaria que al mostrarse una compañía de sacerdotes egipcios conduciendo la estatua de Isis, que acababan de salvar de un templo cercano á la puerta Celimontana, una multitud de pueblo se precipitó hacia ellos, se unció al carro, que condujo hacia la Puerta Apia y apoderándose de la estatua la colocó en el templo de Marte, atropellando y derribando á los sacerdotes de esta deidad que se atrevieron á hacerles resistencia.