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QUO VADIS

No en Jerusalén, sino en esta ciudad de Satanás has resuelto fijar tu capital.

Aquí, con estas lágrimas y con esta sangre dispones edificar tu iglesia.

Aquí, donde Nerón impera hoy día, se establecerá tu reinado eterno.

Si, joh Señor! Y Tú ordenas á estas gentes timidas que con sus huesos concurran á formar los cimientos de la sagrada Sión y ordenas á mi espíritu que asuma el gobierno de ella y de todos los pueblos de la tierra.

Y Tú estás ahora derramando la fuente de la fortaleza sobre los débiles; y me mandas que en esta propia ciudad apaciente tus ovejas hasta la consumación de los siglos.

—¡Oh, Señor, seas Tú glorificado en tus altos decretos, por los cuales ordenas la victorial Hosanna! ¡Hosannal Levantóse entonces el espíritu de los pusilánimes, y unos como albores de fe vinieron á clarear en el alma de los que dudaban.

Algunas voces gritaron: «¡Hosannal» otras: «¡Pro Christo!» Y reino de nuevo el silencio.

Y unos brillantes relámpagos estivales iluminaron á la sazón el interior del sotechado, reflejándose en aquellos rostros pálidos, en que se pintaba una viva excitación.

Pedro, absorto siempre en sn visión extraterrena, oró por largo tiempo aún. Tornando luego á la conciencia de la realidad, volvió hacia la asamblea el inspirado rostro, lleno de luz, y dijo: —Así como el Señor ha triunfado sobre vuestra incredulidad, asi alcanzaréis vosotros la victoria, invocando su nombre.

Y aun cuando estaba cierto de que triunfarían, y aun cuando sabía qué frutos habrían de brotar de las lágrimas y de la sangre de aquellas victimas, tembló su voz á influjo de la emoción cuando al hacer sobre ellos la señal de la cruz, les dijo: