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QUO VADIS

cuánto tiempo y por qué motivo se ha dado esa orden.

Pero, lo que es ahora, y aún cuando Helios (el sol) hubiera de ir á ocultarse apenado en las regiones de Cimeria, (las tinieblas), me voy á dormir. Imita mi ejemplo.

Y se despidieron; pero Vinicio dirigióse á la biblioteca y escribió á Ligia una carta. Terminada ésta, la llevó personalmente al centurión cristiano, quien á su vez la condujo al punto á la prisión.

Y á los pocos momentos volvió trayendo un saludo de Ligia y la promesa de una respuesta suya, que ofreció entregar á Vinicio en el mismo día.

No teniendo el joven tribuno el menor deseo de volver á su casa, púsose á esperar la carta de Ligia sentado sobre una piedra.

Alto estaba ya el sol á la sazón, y numerosos grupos de gente afluían, como de costumbre, por el Clivus Argentius (Cuesta de los Banqueros) al Forum.

Los buhoneros pregonaban su menuda mercancía; los adivinos ofrecían á los transeuntes sus vicios; dirigíanse los ciudadanos á paso lento a escuchar á los oradores del día en las rostra (tribunas) ó á comunicarse las últimas noticias.

A medida que aumentaba el calor, la multitud de ociosos iba engrosando en los pórticos de los templos, desde los cuales, volaban de momento en momento bandadas de palomas, cuyas albas plumas brillaban á los resplandores del sol de aquel diáfano día.

A causa del exceso de luz y de bullicio, del calor y del profundo cansancio, empezaron á cerrarse los ojos de Vinicio. Luego los gritos monótonos de los muchachos que jugaban mora y el paso cadencioso de los soldados, fueron insensiblemente adormeciéndole.

Todavía alzó la cabeza varias veces, y en cada una de ellas dirigió los anhelantes ojos á la prisión. Por último venció la fatiga: se reclinó sobre una piedra, suspiró como