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QUO VADIS

un niño á quien le acomete el sueño después de haber llorado mucho y quedóse dormido.

Y soñó.

Parecíale que iba llevando á Ligia en sus brazos, en medio de la noche, por entre un viñedo desconocido.

Delante iba Pomponia Graecina alumbrando el camino con una lámpara.

Y una voz parecida á la de Petronio, decíale desde lejos: «¡Vuelvel» pero él no hacía caso al llamamiento y seguía detres de Pomponia. Por último llegaron á una cabaña, en cuyos umbrales, hallábase Pedro.

Y él señaló á Ligia, al Apóstol y le dijo: —Venimos de la arena, señor; pero no hemos podido despertarla; despiértala tú.

Cristo mismo vendrá y la despertará,—dijo Pedro entonces.

Luego cambiaba el escenario.

Vela en medio de su sueño á Nerón; á su lado hallábase Popea, quien tenía en sus brazos al pequeño Rufio, cuya cabeza ensangrentada estaba Petronio lavando. Veía también á Tigelino, quien á la sazón esparcía ceniza sobre las mesas cubiertas de viandas exquisitas, que iba devorando Vitelio. Había también una multitud de augustianos presentes á esa fiesta y sentados en la mesa del banquete.

El mismo, Vinicio, encontrábase reclinado junto á Ligia; pero por entre las mesas paseábanse leones, cuyas melenas destilaban sangre.

Ligia le pedía entonces que la llevara lejos de allí, pero él, sentiase dominado por una enervación tan terrible que no le era posible ni siquiera moverse.

Luego fueron haciéndose más y más confusas las visiones de su sueño, hasta que finalmente se sumergieron en una honda tiniebla.

Por último le despertaron de su profundo sopor los ardores del sol, y unos gritos se dejaron oir cerca del sitio en que se encontraba.