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QUO VADIS

Cuando le hubieron hecho volver en sí empezó á gritar y sus desesperados alaridos dejáronse oir durante toda aquella noche y el día siguiente.

Pero el César le ordenó que asistiéra á una fiesta que debía de darse al tercer día.

Así, pues, hubo de ataviarse Popea con su túnica color de amatista y acudir al banquete con el rostro semejante al de una estatua de piedra, coronado por sus áureos cabellos, anonadada, muda, ominosa como el ángel de la muerte.

CAPÍTULO LV

Antes de que los Flavios construyeran el Colossum, Roma no tenía sino anfiteatros de madera; y por esta razón casi todos ellos habían sido consumidos por el incendio.

Así, pues, con motivo de la próxima celebración de los espectáculos prometidos. Nerón había ordenado levantar varios anfiteatros, y entre ellos uno gigantesco. Para la construcción de éste habíase hecho venir, inmediatamente después de extinguido el incendio, por mar y por el Tíber, grandes troncos de árboles cortados en las laderas del Atlas.

Y se quería que los juegos sobrepujaran á todos los anteriores por su esplendor y por la cantidad de victimas.

Así, pues, dióse á dicho anfiteatro gran capacidad para la concurrencia del pueblo y para las fieras.

Miles de operarios trabajaban día y noche en la construcción del edificio y en su ornamentación. Y se decían primores de sus columna, en las cuales había incrustaciones de bronce, marfil, ámbar, madreperla y carey transmarino.

Una red de tubos, llenos de agua helada, procedente de las montañas, y colocados á lo largo de los asientos, debía mantener una temperatura agradable en el edificio, aun en medio de los más grandes calores.

Tomo II
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