esa hora. Y en efecto, iré; y conveniente sería que también tú asistieras.
—¿No hay noticia de Ligia ó de Nazario?—preguntó Vinicio.
—No; les veremos solamente á media noche. ¿Has notado que amenaza tempestad?
—SI.
—Mañana habrá una exhibición de cristianos crucificados; pero tal vez la lluvia lo impida.
Y luego acercándose á su sobrino y tocándole en el hombro, le dijo: ] —Pero tu no la has de ver en la cruz; tú la verás solamente en Corioli. Por Cástor! No cambiaría yo el momento en que logremos su libertad por todas las gemas de Romal La noche se acerca.
Y en efecto, aproximábase ya la noche y sus sombras empezaron á envolver á la ciudad más temprano que de ordinario, porque todo el horizonte habíase cubierto á la sazón de nubes.
Y á la caída de la noche sobrevino una fuerte lluvia, que transformábase en vapor al caer sobre las piedras calentadas por el fuerte sol del día, envolviéndo á Roma en una especie de neblina. Después hubo un intervalo de calma y en seguida una serie de cortos chubascos violentos.
—¡Apresurémonosl—dijo por fin Vinicio, es posible que transporten ahora los cadáveres de la prisión más temprano, á causa de la lluvia.
—Sí, ya es tiempol—dijo Petronio.
Y cubriéndose con sendos mantos gálicos encaperuzados, salieron por la puerta del jardín á la calle.
Petronio habíase armado con un cuchillo corto romano, llamado sica (puñal, daga), que llevaba siempre en sus excursiones noctu La ciudad hallábase desierta á causa de la tempestad.
De tiempo en tiempo un relámpago surcaba las nubes,