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QUO VADIS

puestos para recibirlos, y á permanecer luego allí en filas.

En esas cruces debían perecer los cristianos á quienes los verdugos no habían tenido la oportunidad de hacer pasto de los perros y las bestias feroces en el primer dia de aquellos juegos.

Unos esclavos negros se apoderaban de las víctimas, las extendian boca arriba sobre los leños y empezaban á enclavar apresuradamente sus manos sobre los brazos de las cruces, á fin de que el público, al volver después del intermedio, las encontrara plantadas ya en el suelo y listas.

El anfiteatro entero resonaba al ruido de los martillos, que repercutía por todas las hileras, subía hacia el espacioque rodeaba al anfiteatro y llegaba hasta la tienda en que el César estaba haciendo los honores á su séquito y á las vestales.

Allí Nerón entretanto bebía vino, se chanceaba con Chilo Chilonides y decía extrañas palabras al oído de las sacerdotisas de Vesta, mientras estábase haciendo en la arena el afanoso trabajo por un verdadero enjambre de verdugos; y los clavos seguían taladrando la manos y los pies de los cristianos; y las palas se movían con rapidez en la faena de llenar los agujeros dentro de los cuales plantábanse las cruces.

Entre las nuevas víctimas cuyo turno iba pronto á llegar, se hallaba Crispo.

Los leones no habían alcanzado á destrozarlo; así es que fué designado también para el suplicio de la crucifixión.

Y él, dispuesto siempre á la muerte, se regocijaba intimamente al pensar en que se le iba acercando por fin su hora.

Parecía otro hombre, pues su descarnado cuerpo estaba completamente desnudo, viéndose en él tan sólo una guirnalda de hiedra que le rodeaba la cintura, y una corona de rosas en la cabeza.

Pero en sus ojos ardía el fuego de su inagotable energía habitual; la misma expresión de fanática severidad se ad-