Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/374

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
368
QUO VADIS

de tí mañana, tú dijiste: —«Ese es el incendiario», y Cristo no ha olvidado tus palabras.

Tu falsía y tu maldad se han desvanecido ya; en tu corazón tan sólo queda un pesar sin límites. Sigueme y escucha lo que voy á decirte: Yo soy el hombre que aborreció á Cristo y persiguió á sus elegidos. Yo no le quería entonces, yo no creía en El, hasta que El se manifestó á mi vista y me llamó. Desde entonces El ha sido para mi la misericordia. Asi también, El te ha visitado y ha llevado á tu alma la compunción, la zozobra y el dolor, á fin de llamarte á Si. Tú le aborreciste y entretanto El te amaba. Tú entregaste á sus confesores al martirio; pero El quiere perdonarte y salvarte.

Un sollozo inmenso agitó el pecho de aquel infortunado, sollozo que pareció lacerar hasta lo más hondo de su sér, pero Pablo se apoderó de él, dominó aquella alma y la llevó consigo, á la manera de un soldado victorioso que lleva tras de sí prisionero al enemigo vencido.

Al cabo de algunos instantes habló de nuevo el Apóstol: —Ven conmigo,—le dijo;—yo te conduciré hasta El.

¿Para qué otro fin me ha acercado á ti? Cristo me ha ordenado que agrupe las almas en nombre del amor: no hago, pues, otra cosa que obrar en servicio suyo. Tú te consideras condenado, mas yo te digo: Cree en El y te salvarás. Tú piensas que El te aborrece y yo te repito que en El no hay otra cosa que amor para ti. Mírame. Antes de que yo le poseyera, en mí sólo había maldad, la cual residía dentro de mi corazón; y ahora su amor hace en mi las veces de padre y de madre, de poder y de riqueza. Sólo en El reside el refugio y el consuelo. El solo vé tu pesar, cree en tú aflicción, disipa tu alarma y te levanta hasta Si.

Y dichas estas palabros, le condujo hacia la fuente cuyos plateados raudales brillaban desde lejos á la luz de la luna.