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QUO VADIS

No me niegues esto, Señor, y te amaré más, mucho más que hasta ahora!

Y en seguida sus pensamientos se agitaban como un mar embravecido por la tempestad. Despertábanse en él anhelos de sangre y de venganza. Le acometían impetus locos de lanzarse sobre Nerón y ahogarlo allí mismo, en presencia de todos los espectadores; pero en seguida sentía que aquel deseo implicaba una nueva ofensa hecha á Cristo y una infracción de los mandamientos de su ley. A intervalos cruzaban por su cabeza unos como relámpagos de esperanza de que todo aquello que hacía estremecer de pavor á su alma podría ser evitado por una mano omnipotente y misericordiosa; pero en seguida esas esperanzas velanse desvanecidas al punto y sumergido él de nuevo en un dolor inconmensurable al ver que Aquel que podía reducir el Circo á polvo cen solo una palabra y salvar á Ligia, habiala abandonado, á pesar de que ella confiaba en El y le amaba con toda la fuerza de su puro corazón.

Y pensaba. por otra parte, que ella se hallaba en aquel antro lóbrego, débil, indefensa, abandonada al capricho ó á la mala voluntad de guardias brutales, exhalando acaso el aliento postrero, mientras él veíase obligado á esperar, desvalido por completo, en aquel horrible anfiteatro, sin saber qué tortura le estaba destinada, ni de qué escena podría ser testigo de un momento a otro.

Finalmente, así como el que cae en un precipicio, en medio de sus mortales ansias aférrase á todo lo que pueda asir en sus bordes, así Vinicio se asía con toda su alma al pensamiento de que solamente la fe podía salvarla.

¡Solo ese recurso extremo le restabal Pedro había dicho que la fe podía mover hasta los fundamentos de la tierra.

Así, pues, esta idea le reanimó de nuevo; aplastó dentro de sí la duda y concentró todo su ser en la palabra «creo: » y esperó un milagro.

Pero así como una cuerda que se ha extendido dema