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QUO VADIS

He de enumerarte á todos los que han tenido un poco de juicio y, por consiguiente, á despecho de los tiempos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, han llegado á vivir ochenta y noventa años? Sirvate, entre otros, de ejemplo, hasta un hombre como Domicio Africano. Ha visto llegar tranquilamente la vejez, aun cuando en toda su vida no haya sido otra cosa que un criminal y un villano.

—¡Acaso por esa misma razón ha vivido!—contestó Vinicio.

En seguida empezó a recorrer la lista y leyó: —Tigelino, Vatinio, Sexto Africano, Aquilino Régulo, Suilio Nerulino, Eprio Marcelo y así sucesivamente. ¡Qué asamblea de malhechores y de pícaros! Y decir que son estos quienes gobiernan el mundo! ¿No les vendría mejor el dedicarse á exhibir por pueblos y aldeas una divinidad egipcia ó si ia, al son de los sistros, y ganarse el pan diciendo la buena ventura ó bailando?

—0 exhibiendo monos sabios, perros calculadores ó algún asno flautista,—agregó Petronio.—Cierto es eso, pero hablemos de algo más importante. Préstame toda tu atención y escucha. Yo he dicho en el Palatino que estás enfermo, imposibilitado para salir de casa; y sin embargo, tu nombre figura en la lista, lo cual prueba que en palacio hay alguien que no da crédito á mis consejos y que ha tomado participación en esto expresamente. A Nerón bien poco le importa el asunto, puesto que tú eres simplemente un soldado, sin nociones de poesía ó de música y con quien, á lo sumo, podría él hablar de las carreras del Circo. De manera que habrá sido Popea quien ha hecho figurar allí tu nombre, y eso significa que el deseo que hacia tí la impelió no ha sido un pasajero capricho y que persiste en hacer tu conquista.

—Es una intrépida Augusta.

—Lo es realmente, porque ello puede ser causa de su ruina irreparable.

Sin embargo, ojalá que Venus la inspire cuanto antes