Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/42

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
40
QUO VADIS

algún otro amor; pero entretanto, puesto que la emperatriz te desea, debes observar la mayor cautela. Barba deBronce ha empezado á cansarse ya de ella: prefiere al presente á Rubria ó á Pitágoras; pero, por consideración á sí mismo, bien podría descargar sobre vosotros la más terrible venganza.

—Cuando nos hallábamos bajo aquellos árboles no supe yo quien me hablaba; pero tú alcanzaste á escuchar nuestra conversación. Yo la dije que amaba á otra y no la quería á ella. Eso ya bien lo sabes.

—Te imploro, por todos los dioses infernales, que no pierdas los restos de juicio que te hayan dejado los cristianos. ¿Cómo es posible vacilar, cuando se trate de elegir una destrucción probable y una destrucción cierta? Acaso no te he dicho ya que si hubieras herido la vanidad de la Augusta, no habría para ti salvación? Por los Hados! Si la existencia te es al presente odiosa, ábrete de una vez las venas ó arrójate sobre tu espada, porque si llegases á ofender á Popea, bien pudiera estarte reservada una muerte mucho menos cómoda. En otro tiempo era tarea harto más fácil conversar contigo y convencerte. En la emergencia contemplada, ¿qué inconvenientes te aguardan?

¿Acaso esta aventura podría ocasionarte pérdida alguna ó privarte de seguir amando á Ligia? Ten presente, además, que Popea la vió en el Palatino. En modo alguno le sería difícil adivinar cuál es la causa de que tú rechaces favor tan emin nte; y es capaz de buscar y encontrar á esa joven aun debajo de la tierra. Serás el causante, no sólo de tu propia ruina, sino también de la ruina de Ligia. ¿Entiendes?

Vinicio entretanto escuchaba con aire distraído, como si alguna otra idea embargara su pensamiento, y por último dijo: —Necesito verla.

—¿A quién? ¿A Ligia?

—Si, & Ligia.