Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/459

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
449
QUO VADIS

»Pero, romperle á uno los oidos por años enteros con tu poesía; ver tu abdómen de un Domicio sobre unas piernas flacas que dan grotescas volteretas en pírrica danza; escuchar tu música, tu declamación, tus coplas de ciego, misero poetastro de los suburbios, eso ya pasa de los limites de mi paciencia y al fin ha despertado en mí el deseo de morir.

»Roma se tapa los oídos cuando te oye; y el mundo te desprecia. Ya no puedo seguir avergonzándome de tí, ni tengo tampoco voluntad para ello.

»Los ladridos de Cerbero, aunque semejantes á tu música, serán para mí menos enfadosos, porque, como nunca he sido amigo Cerbero, no tengo motivo para avergonzarme de sus ladridos.

» Adiós, pero no hagas música; asesina, pero no escribas versos; envenena, pero no bailes; incendia, pero no toques la citara.

»Estos son los deseos y el postrer consejo amistoso que te envia EL ARBITER ELEGANTIE.» Los invitados se llenaron de terror ante la lectura de esta carta, porque comprendían que la pérdida de su poder, habría sido menos cruel para Nerón que semejante golpe.

Comprendían también que el hombre que había escrito ese papel estaba condenado á morir, y al mismo tiempo pusiéronse pálidos de temor al considerar que acababan de asistir á semejante lectura.

Pero, Petronio, rió con sincera y franca alegría, cual si se tratara de la mas inocente broma, y luego dijo:

Tomo II
29