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QUO VADIS

La excitación y la locura de la plebe, daba pábulo mayor á su locura.

Y en efecto, habría podido parecer, en el día de semejante entrada triunfal, que no solamente el César y la ciudad, sino el mundo entero, había perdido el juicio.

Al través de aquella inmensidad de flores, guirnaldas y coronas, nadie alcanzaba á ver el precipicio.

Y sin embargo, esa misma noche, las columnas y las murallas de los templos, fueron cubiertas de inscripciones en las que se hacía la historia de los crímenes de Nerón, se le amenazaba con la inminente venganza y se le ridiculizaba como artista.

De boca en boca circulaba la frase: —Cantó hasta despertar & los galos.

Las noticias alarmantes, dieron la vuelta de la ciudad y alcanzaron proporciones enormes.

Apoderóse la zozobra de los augustianos.

El pueblo, lleno de incertidumbre con respecto al porvenir, no se atrevia á expresar anhelos ni esperanzas: apenas si osaba sentir ó pensar.

Pero Nerón, siguió viviendo sólo en teatros y entre músicas.

Instrumentos recientemente inventados ocupaban su atención, así como un nuevo órgano de agua que se estuvo ensayando en el Palatino.

Con un criterio pueril, incapaz de ningún designio certero, ni de acción alguna determinada, se imaginaba que le sería dable en cualquier circunstancia alejar todo peligro mediante la promesa de juegos y exhibiciones teatrales que se irían sucediendo de serie en serie hasta un remoto porvenir.

Las personas que le rodeaban, viendo que en vez de arbitrar medios y de organizar un ejército, se preocupaba simplemente en rebuscar expresiones adecuadas para describir el peligro de más gráfica manera, empezaron á per-