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QUO VADIS

Y por último,—agregaba,—si ella se siente ofendida, nos uniremos en matrimonio y quedará así reparado el agravio.

Si, á ello sentíase obligado, porque érale deudor de la vida.

Pero aquí vinieron también á su memoria reminiscencias del día en que Croton había atacado el hogar en donde Ligia se hallaba refugiada; y recordó el momento en que viera sobre su cabeza, empuñada como un mazo, la mano del ligur, y todo lo que después había sucedido. Miraba de nuevo á la joven inclinada sobre su lecho de herido, vestida como una esclava, hermosa como una deidad y tierna bienhechora suya, digna de la glorificación más alta.

E instintivamente dirigió la vista hacia el lararium, en donde figuraba la pequeña cruz que ella le dejara antes de partir. ¿Iba él á corresponder á todo eso con un nuevo ataque? ¿Persistiría en arrastrarla por el cabello, como á una esclava, hasta el cubiculum? ¿Y cómo podría él hacer tal cosa, cuando no tan solamente la deseaba, sino que la amaba, y la amaba precisamente por ser como era?

Y al punto comprendió entonces que no le bastaría tenerla en su casa, que no le bastaría atraerla á sus brazos por la sola virtud de la fuerza; sintió que su amor pedia algo más: que pedía su consentimiento, su afección y su alma.

¡Bendito sería ese techo si venía ella á colocarse á su amparo por su voluntad; y bendito el momento en que tal hiciera, y bendito el día y bendita su propia existencial Porque entonces, la felicidad de ambos sería tan inagotable, tan inmensa como el océano y como la luz del soll Pero, arrancarla nuevamente de su asilo por medio de la violencia, importaría destruir para siempre esa felicidad y al mismo tiempo destruir y profanar lo que había de más precioso y de más amable en la vida.