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QUO VADIS

sa veinte años de servicios, les llevaré mañana ante el pretor para otorgarles la manumisión. Tú, querida mía, creo que has de aplaudirme por ello, puesto que esta acción, á mi juicio, se halla en harmonía con esa benigna religión tuya; y en seguida, porque al obrar así he tenido en vista el complacerte. Mañana, esos libertos míos á tí habrán de agradecer su libertad. Y lo sabrán de mis labios, á fin de que te rindan merecido homenaje de gratitud y bendigan tu nombre.

»En cuanto á mi, yo me ofrezco en cautiverio á la felicidad y á tí. Y Dios quiera que nunca me vea libre de tan amables cadenas.

¡Maldigo á Ancio y el viaje de Enobarbol Y me considero tres y cuatro veces dichoso porque no poseo la sabiduría de Petronio; si la poseyera, quizá me viese obligado á ir á Grecia en seguida.

»Entretanto, en los momentos de separación, me entregaré á los más dulces recuerdos tuyos. Y cuando quiera que me sea dado escapar, tomaré un caballo y me lanzaré hacia Roma, anhelante por recrear mis ojos en la luz de los tuyos y mis oidos en las melodías de tu voz. Cuando no pueda venir, mandaré un esclavo con una carta y en busca de tus noticias.

»Salúdote, divina mía, y me postro á tus pies. No te enfades porque te llame divina. Si me lo prohibes, te obedeceré, mas hoy no me es posible darte otro nombre.

»Con toda mi alma, te felicito por el hogar futuro en que has de ser mi reina. »

CAPÍTULO XXXVI

Era sabido en Roma que el César deseaba pasar por Ostia en su viaje, ó mejor dicho que había dispuesto ver allí el barco mayor del mundo recién llegado de Alejandría con un cargamento de trigo, y de Ostia seguir hasta Ancio por la Via Littoralis (Via del litoral). Las órdenes habían