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QUO VADIS

trás del Janículo y por toda la extensión del cielo difundíase un rojo fulgor.

Desde el sitio en donde se hallaban de pie, la mirada de Pedro abarcaba un horizonte vasto. Un poco á la derecha veíanse las extensas murallas del Círculo Máximo; 80bre ellas se destacaban los elevados palacios del Palatino y justamente, frente á éstas, más allá del Forum Boarium (1) y del Velabrum (2), la cúspide del Capitolio, con el templo de Júpiter.

Y las murallas, y las columnas y las cimas de los templos se veían como envueltas en esos reflejos de oro y de púrpura.

Y por el río, en los trechos visibles á lo lejos, el agua mirábase correr cual sangre liquida.

Y a medida que iba desapareciendo el sol detrás del monte, irradiaba resplandores más y más rojizos, cual si fueran los de una conflagación inmensa.

Y aumentaban y aumentaban, hasta abarcar por último las siete colinas; y desde ellas difundiéronse por todo el horizonte.

—¡Parece como si toda la ciudad estuviera ardiendo!repitió Ligia.

Pedro púsose una mano delante de los ojos, y dijo: —¡La ira de Dios ha caido sobre ella!

CAPÍTULO XXXVII

Vinicio & Ligia: «El esclavo Flegón, con quien te envío esta carta, es cristiano; así, pues, se halla en el número de los que recibirán la libertad de tus manos, amada mía. Es un antiguo servidor de nuestra casa; de manera que puedo escribirte con toda confianza y sin temor de que mi carta llegue á otras manos que las tuyas.

(1) Mercado de bueyes.

(2. Barrio de Roma, célebre en otro tiempo, y llamado así porque en las crecientes del río se pasaba en barcos desde ese lugar al foro.