Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo II (1900).pdf/91

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
89
QUO VADIS

la atención general, porque si á la sazón hubiera escuchado alguna frase hostil ó desdeñosa para tí, me habría visto en la imposibilidad de ocultar mi cólera, y en lucha con el deseo de romper la cabeza con mi remo á esa mujer perversa y ruin. Recordarás referente á esto el incidente ocurrido en la piscina de Agripa y que te referí en casa de Lino la víspera de mi partida.

«Petronio se halla alarmado por mi causa, y hoy me ha implorado nuevamente que no ofenda la vanidad de la Augusta.

Pero Petronio no me comprende, ni se dá cuenta de que, fuera de ti, no existen para mí ni placer, ni hermosura, ni amor; y que, por lo que toca á Popea, solo siento aversión y desprecio hacia ella.

«Tú has transformado mi alma sensiblemente, tan sensiblemente que en manera alguna desearía volver á mi vida anterior.

Pero, no temas que aquí me amenace algún peligro.

«Popea no me ama, porque no es capaz de amar á nadie, y su deseo lo informan únicamente la cólera y el despecho que siente hacia el César, quien se halla aún bajo su influencia y hasta es capaz de amarla todavía; pero no guarda escrúpulos con ella, ni la oculta sus infidelidades ni su inverecundia.

Te referiré además algo que habrá de tranquilizarte.

Pedro me dijo al partir que no temiese al César, pues ni un solo cabello caería de mi cabeza; y yo le creo. Dentro de mi alma una voz me afirma que todas sus predicciones han de verse cumplidas; que habiendo bendecido él las Parcas, nuestro amor, ni el César, ni todo el poder ni la predestinación misma, podrían arrancarte de mi lado, joh Ligia! Cuando pienso en esto, me considero tan feliz como si me hallara en el cielo, morada única de tranquilidad y de ventura.

Más, acaso lo que te estoy diciendo acerca del cielo y