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QUO VADIS

Y al presente rio de tales temores y paréceme que el César y sus amigos, por insensatos que sean, nunca osarían permitir locura semejante.

»Sin embargo, vé cómo el amor hace tímidos á los hombres; ahora preferiría yo que no estuviera la casa de Lino en esa estrecha calle del Trans Tiber y en barrio ocupado por gentes vulgares, con quienes se guardan menos consideraciones en tales casos.

»Para mí, ni los propios palacios del Palatino serían morada digna de ti; de ahí que asimismo quisiera yo que, de hoy más, no te hiciera falta ninguno de los atavíos y comodidades á que desde la niñez has estado habituada.

»Vé, pues, á la casa de Aulio, Ligia mía. Mucho he meditado ya esta determinación.

Si estuviera Nerón en Roma, la noticia de tu regreso pudiera llegar hasta el Palatino por conducto de los esclavos, y recayendo nuevamente sobre ti la atención, acaso fueras objeto de persecuciones por haber osado contrariar la voluntad del César.

»Pero él ha de permanecer largo tiempo en Ancio y antes de que haya vuelto, los esclavos habrán cesado ya de hablar de tí.

»Lino y Ursus podrán seguir en tu compañía.

Y además vivo alentando la esperanza de que, antes de que vuelva al Palatino el César, estarás tu ya, diosa mía, ocupando tu propia casa en las Carenas.

»Bendigo desde ahora el día, la hora y el minuto en que salves tú mis umbrales; y si esto me concede Cristo, en cuya doctrina me estoy al presente instruyendo para abrazarla en seguida, sea también su nombre bendecido.

»Y yo le he de servir y consagrar mi sangre y mi vida, Digo mal: le serviremos ambos, mientras se conserve el hilo de nuestra existencia.

«Te amo y te saludo con toda el alma mia.»