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QUO VADIS

llándose realmente con la salud quebrantada, deseaba retirarse. Pero ordenó á los presentes que tornaran á ocupar sus puestos y prometió volver. En efecto, un poco más tarde hizo nuevamente su entrada en la sala, y siguió mareándose con el humo del incienso y disfrutando de otros espectáculos que él mismo, Petronio ó Tigelino, habían preparado para la fiesta..

De nuevo se dió lectura á versos y se escucharon diálogos en los cuales la estravagancia vino á ocupar el puesto del ingenio. Después París, el célebre mimo, representó las aventuras de Io, la hija de Inaco. Para aquellos de los presentes que como Ligia no se hallaban habituados á estos espectáculos, pareciales que asistían á escenas de milagro ó de encantamiento. Paris, con los movimientos de las manos y del cuerpo, era muy hábil para expresar cosas que á primera vista hubiérase creído imposible hacer patentes en una danza. Sus manos parecían obscurecer el aire, creando una nube animada, viva, temblante, voluptuosa, que circundaba las formas desfallecientes de una doncella agitada por inefable deliquio.

Era una verdadera pintura, no una danza; una pintura expresiva, en que se revelaban los secretos del amor, embelesante á la par que impúdico; y cuando á su terminación Coribantes adelantóse y dió principio á una báquica danza, acompañado por muchachas de Siria y al son de citaras, laúdes, tambores y cimbalos,—danza llena de gritos desenfrenados y de licenciosos desbordes,—pareció á Ligia que un vivo fuego le estaba incendiando y que un rayo debía caer sobre esa casa ó el techo desplomarse sobre las cabezas de los asistentes á esa fiesta.

Pero en vez de esto, seguían cayendo solo rosas de entre la dorada red que habíase colocado próxima al cielo de la vasta sala; y el ahora medio ébrio Vinicio deciala: —Te vi en la casa de Aulio, en la fuente. Clareaba la aurora y tú creias que nadie te observaba; pero yo te vite veo así ahora, aunque ocultes tus formas con el peplo.