Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/161

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
153
QUO VADIS

ojos y salió volviendo al cabo de algunos momentos acompañada del jefe del atrium, un cretense, Tiresias.

—Llévate á Eunice,—dijo Petronio;—le darás veinticinco azotes, de manera tal, sin embargo, que no le maltrates la piel.

Y dicho esto, pasó á su biblioteca y sentándose delante de una mesa de mármol rosa empezó á trabajar en su «Fiesta de Trimalquion.» Pero la fuga de Ligia y la enfermedad de la infanta Augusta habían perturbado su ánimo en tal manera que no le fué posible escribir por mucho tiempo. Esa enfermedad, sobre todo, revestía mucha importancia. Se decía Petronio que si el César llegara á creer que Ligia había hechizado á la infanta, la responsabilidad podría recaer también sobre él, puesto que á petición suya había sido llevada á palacio aquella joven. Pero él confiaba á la vez en que, á la primera entrevista que tuviese con el César, le sería posible demostrar á éste de algún modo cuan absurda era esa idea; y á la verdad contaba también, un tanto, con cierta inclinación que hacia él sentía Popea, inclinación por ella cuidadosamente escondida, es cierto, pero no tan cuidadosamente que no hubiera llegado Petronio á adivinarla.

Al cabo de algunos momentos encogióse de hombros ante estos temores, y decidió ir al triclinio á tomar un refrigerio; en seguida pediría la litera para trasladarse de nuevo á palacio, después al Campo de Marte y por último á casa de Crisotemis.

Pero, á su paso en dirección al triclinio y al llegar á la entrada que conducía al corredor destinado á los sirvientes, le llamaron inesperadamente la atención las delicadas formas de Eunice, quien se hallaba junto á la muralla en medio de otros esclavos; y olvidándose de que no había dado á Tiresias ninguna otra orden que á ella se refiriese, fuera de lo referente á los azotes, frunció nuevamente el ceño y con la vista buscó al mayordomo. No encontrándolo entre los sirvientes, volvióse á Eunice y le preguntó: