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QUO VADIS

drá mañana, é iremos juntos. Llevaré armas. Algunos de los esclavos que mandé á las provincias han vuelto con las manos vacías. Pero ahora estoy cierto de que se halla en la ciudad, y acaso no muy lejos de mí. Yo mismo he visitado muchas casas sospechosas, so pretexto de alquilarlas. Ella vivirá á mi lado cien veces mejor; donde actualmente se encuentra, viven legiones de gentes desvalidas. Además, nada he de omitir yo en su obsequio. Me escribes que he hecho una elección acertada. Ya lo ves: he elegido el sufrimiento y el dolor. Iremos primero á las casas situadas dentro del radio de la ciudad; después saldremos fuera de las puertas. La esperanza se cifra en algo nuevo cada mañana: de otra manera se haría imposible la existencia. Me dices que es necesario saber amar. Bien supe yo pintar á Ligia mi amor. Pero ahora solo sé penar: no hago otra cosa que mantenerme en espera de Chilo.

La existencia se me hace imposible en mi propia casa.

«¡Adios!»

CAPÍTULO XVI

Pero Chilo tardó algún tiempo en presentarse, hasta el extremo de que por fin Vinicio no supo á qué atribuir su ausencia.

En vano repetíase á sí mismo que las pesquisas, para que pudieran continuarse con la mira de alcanzar un éxito cierto y afortunado, deberían de ser graduales y lentas.

Su sangre y su indole impulsiva rebelábanse contra la voz de la cordura.

No hacer nada, esperar, constantemente sentado y con los brazos cruzados, érale ya tan repulsivo, que no podía reconciliarse en manera alguna con semejante situación.

Recorrer las calles de la ciudad, disfrazado en traje de esclavo, había llegado á ser ya un recurso inutil y se le presentaba tan solo como un simple pretexto para disimular su propia impotencia y por lo tanto en manera alguna podía satisfacerle,