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QUO VADIS

Yo conozco al panadero Demas,—dijo Cuarto,—en cuyos molinos tiene ocupados á muchos esclavos y trabajadores. Uno de estos últimos es tan fuerte que no sólo podría tomar el puesto de dos, sino hasta de cuatro hombres.

Yo mismo le he visto alzar del suelo piedras que cuatro hombres no habían podido ni siquiera mover.

—Si es hombre lleno de temor de Dios y dispuesto á sacrificarse por sus hermanos, ponme en relación con él, —dijo Chilo.

—Es cristiano, señor,—dijo Cuarto.—Casi todos los que trabajan en casa de Demas son cristianos. Tiene trabajadores de día y de noche; este hombre es de los últimos. Si fuésemos ahora al molino, los encontraríamos cenando y podrías hablar libremente con él. Demas vive cerca del mercado.

Chilo consintió de muy buena gana.

El mercado se hallaba á los pies del Aventino y por lo tanto no muy lejos del Circo Máximo. Era posible, sin necesidad de rodear el monte, pasar á lo largo del río, por el Pórtico Emilia, con lo que se acortaría considerablemente el camino.

— Como soy viejo, —dijo Chilo, cuando se hallaban ya debajo de la columnata,—sufro á veces debilitaciones de memoria. Si, nuestro Cristo fué traicionado por uno de sus discípulos, mas, en este momento no recuerdo el nombre del traidor...

—Judas fué, señor, el que se ahorcó,—contestó Cuarto, á quien no dejó de parecerle un tanto extraño el que fuera posible olvidar ese nombre.

—¡Oh, sí... Judas! Gracias,—dijo Chilo.

Y prosiguieron ambos su camino en silencio.

Cuando hubieron llegado al mercado, que estaba cerrado á la sazón, pasaron delante de los almacenes desde los cuales hacíase la distribución de granos al populacho y torcieron luego á la izquierda, frente á las casas que se extendían á lo largo de la Vía Ostiensis (Vía de Ostia) hasta