Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/21

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
19
QUO VADIS

—Aulo Plaucio me lo ha referido. Los ligios en realidad no atravesaron la frontera; pero esos bárbaros van y vienen con un impetu de tempestad. Así, pues, un día los ligios debían hacerse humo, coronadas las cabezas con cuernos de auriochs[1]. Mataron á los suevos y yazigos de Vannio; pero su propio rey cayó también. Desaparecieron entonces, llevándose su botín de guerra, y los rehenes quedaron en poder de Hister. La madre murió poco después, y no sabiendo Hister qué hacerse con la hija, remitióla á Pomponio, gobernador de Germania. Este á la terminación de la guerra con los catos, regresó á Roma, donde Claudio, como sabes, permitió que fuese recibido en triunfo. La doncella en esa ocasión seguía tras del carro del conquistador; pero, una vez terminada la solemnidad, no pudiendo los rehenes ser considerados como cautivos y no sabiendo Pomponio qué hacer definitivamente con la niña, dióla á su hermana Pomponia Graecina, esposa de Plaucio. En esa casa, en que todos,—empezando por los amos y concluyendo por las aves de gallinero,—son virtuosos, la doncella creció, jay! tan virtuosa como la propia Graecina, y tan bella que Popea misma, á su lado, parecería un higo de otoño, junto á una manzana de las Hespérides.

—¿Y qué?

—Y yo te repito que desde el momento en que ví cómo los rayos del sol, en aquella fuente, pasaban directamente al través de su adorable cuerpo, me enamoré de ella como un loco.

—¿Es pues transparente como una lamprea ó una sardinilla?

—No te rías, Petronio. Una brillante vestidura puede cubrir heridas dolorosas. Has de saber además, que á mi regreso de Asia, pasé una noche en el templo de Mopso. Mopso se me apareció en sueños y me anunció que el amor modificaría mi vida profundamente.


  1. Toro salvaje de las antiguas Germania y Galias.