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QUO VADIS

Y dirigiéndose á Croton, le ordenó en voz baja y precipitada: —¡Mata!

Croton se abalanzó hacia Ursus como un tigre, y en un instante, antes de que el ligur tuviera tiempo de pensar ó de reconocer á sus enemigos, el atleta le había cogido entre sus brazos de acero.

Vinicio tenía demasiada confianza en las extraordinarias fuerzas de aquel hombre para detenerse á presenciar el fin de la lucha. Así, pues, pasó delante de los combatientes, de un salto llegó á la puerta de la casita, la abrió de un empujón y se encontró en un aposento algo obscuro, pero iluminado por el fuego que ardía en la chimenea.

Ligia recibía directamente en el rostro destellos de erfuego.

Una segunda persona, que se hallaba sentada al lado de la chimenea, era el anciano que había acompañado á la joven y á Ursus en el camino de regreso desde Ostrianum.

Vinicio penetró de tan repentina y brusca manera en la estancia, que aun antes de que Ligia le reconociera, habíala tomado por la cintura; y alzándola en sus brazos, se abalanzó de nuevo á la puerta.

El anciano quiso interceptarle el paso; pero Vinicio, estrando á la joven con un brazo contra su pecho, hízole á un lado con el que conservaba libre.

Cayó entonces la caperuza de la cabeza del joven, y á la vista de aquel rostro conocido y en el cual á la sazón advertíase una espresión terrible, helóse la sangre en las venas de Ligia, y murió la voz en su garganta.

Quiso pedir auxilio, mas le faltaron las fuerzas.

Igualmente vano fué su deseo de aferrarse á la puerta, de resistir.

Resbaláronsele de la muralla de piedra los dedos, y habríase desvanecido, á no ser por el cuadro terrible que se presentó á su vista, cuando llegó Vinino hasta el jardín.