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QUO VADIS

Ursus tenía entre sus brazos un cuerpo completamente doblado hacia atrás, pendiente la cabeza y llena de sangre la boca.

Al ver el grupo que salía de la casita, el gigante dió un nuevo puñetazo á Croton en la cabeza, y en un abrir y cerrar de ojos, saltó sobre Vinicio como una enfurecida bestia feroz.

—¡Muertel—pensó el joven patricio.

Y entonces llegó á su oído, cual si soñara, la voz de Ligia, que decía como en un gemido: —No matarás!

Luego se sintió herido como por un rayo, y abrió los brazos en que sostenía á Ligia; en seguida diósele vuelta la tierra, y murió en sus ojos la luz del día.

Chilo, recatándose detrás del ángulo de la casa de la esquina próxima, aguardaba el curso de los acontecimientos, pues en su interior librábase una lucha entre la curiosidad y el miedo.

Pensaba que si se obtenía buen éxito en la empresa de llevarse á Ligia, sería él muy bien tratado en casa de Vinicio.

Ya nada temía de parte de Urbano, pues le confortaba la certidumbre de que Croton le mataría. Y decíase que apenas empezara á notar una agrupación de personas en las calles, á la sazón desiertas, es decir, que si los cristia nos ú otra clase de gentes se aprestaran á resistir, él les hablaría como representante de la autoridad, como uno de los ejecutores de la voluntad del César, y si era necesario, llamaría á los guardias para que vinieran en auxilio del joven patricio, y contra la callejera plebe, con lo cual se conquistaría méritos adicionales á los ojos de Vinicio.

En su interior seguía creyendo que el plan del joven tribuno había sido imprudente; empero, al tomar en consideración las terribles fuerzas del atleta, convenía en que bien pudiera triunfar, y pensaba que si llegase el asunto á