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QUO VADIS

dara comprobado despues, ante el tribunal que no había deseado yo su muerte, dirán que fui causante de ella.

Por otra parte, él es patricio; de ahí que en ningún caso pueda escapar yo al castigo. Y si dejo á Roma ocultamente y me voy lejos de aquí, no conseguiré con ello sino hacerme todavía más sospechoso.

El asunto presentaba mal aspecto en todo caso. No le quedaba, pues, otro arbitrio que escoger entre muchos males el menor.

Roma era inmensa; más parecíale á Chilo que podría llegar á ser para él en extremo reducida.

Cualquiera otra persona hubiera ido en derechura donde el prefecto de los guardias de la ciudad, le hubiese impuesto del suceso y aguardado con tranquilidad el éxito de la denuncia, aun cuando pudieran recaer sobre el denunciante algunas sospechas.

Pero el pasado entero de Chilo era de tal indole, que una aproximación cualquiera al prefecto de la ciudad, ó al prefecto de los guardias, no era improbable llegase á ocasionarle muy serios desagrados y ratificar asimismo las sospechas que pudieran surgir en el ánimo de esos funcionarios.

Huir, por otra parte, importaba confirmar á Petronio en el concepto de que Vinicio hubiera sido víctima de una traición y asesinado por virtud de un complot.

Petronio era un hombre de grande influencia, que po.día impartir órdenes á las policias de todo el imperio, y quien, fuerte de duda, se propondría descubrir á los culpables hasta en los confines de la tierra. Por eso mismo Chilo pensó entonces ocurrir á él directamente y referirle cuanto había sucedido Si, ese era el arbitrio más conveniente. Petronio era hombre de calma y con él Chilo podía por lo menos estar seguro de que le habría de escuchar hasta el fin Petronio, que conocía el asunto desde su origen, creería en la inocencia de Chilo más facilmente que los prefectos.