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QUO VADIS

acaso la misma Pomponia había encontrado á Ligia y llevádola de nuevo á su casa.

No; él comprendía bien que tales promesas de su boca no impedirían á los cristianos llevar adelante su propósito de abandonarle; que no le aceptarían juramento solemne alguno, con tanta mayor razón cuanto que, no siendo él cristiano como ellos, sólo podría jurar por los dioses inmortales, en los que él mismo no creía mucho y á quienes ellos consideraban como espiritus malignos.

Experimentaba deseos desesperantes de influir sobre Ligia y sus guardianes en alguna forma, pero necesitaba para ello disponer de algún tiempo.

Lo esencial era verla, gozar de su presencia, si bien fuese tan sólo por espacio de algunos días. Así como para el náufrago un fragmento cualquiera de tabla ó de remo antójasele instrumento de salvación, así á Vinicio le parecíaque en el transcurso de unos cuantos días, pasados junto á Ligia, podría decirla cualquiera cosa que á la joven le atrajese; podría discurrir algo favorable á sus propósitos, ó mejor aún, algo pudiera suceder que le fuera propicio.

De ahí que, reuniendo no sin esfuerzo sus ideas, así hablara: —Escuchadme, cristianos. Estuve ayer entre vosotros, en Ostrianum, y escuché vuestras predicaciones; y aun cuando antes éranme desconocidos, vuestros hechos me han convencido de que sois gentes buenas y honradas. A esa viuda que ocupa esta casa pedidle permanezca en ella; quedaos vosotros y dejad que yo también os acompañe.

Este hombre, que es un médico ó por lo menos entendido en la curación de heridas, os dirá si es posible que se me traslade hoy fuera de aquí. Estoy enfermo, tengo un brazo roto, el cual ha de permanecer inmóvil siquiera por espacio de algunos días. Por consiguiente, os declaro que no saldré de esta casa á menos que no me arrojéis de ella por la fuerza,