Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/295

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
285
QUO VADIS

pues de otra manera irás á freirte en el infierno como salchicha en una sartén.

Suspiró Ursus y Chilo pensó entonces que podría siempre hacer cuanto quisiera de aquel hombre, tan terrible cuando de las demasías de sus puños se trataba.

Así, pues, deseando saber qué fin había tenido el nuevo intento de apoderarse de Ligia, siguió interpelando al gigante, ahora con el severo acento de un juez: —¿Qué has hecho de Croton? Habla y no prevariques.

Suspiró por segunda vez Ursus y le dijo: —Pregúntaselo á Vinicio.

—Eso quiere decir que lo heriste con un puñal ó lo mataste á palos.

—No llevaba armas conmigo.

El griego no pudo reprimir un movimiento de admiración ante la sobrehumana fuerza de aquel bárbaro.

—Que Pluton... digo, que Dios te perdone!

Y continuaron por algún tiempo caminando en silencio.

Luego Chilo repuso: —Yo no te he de traicionar; pero ten cuidado con los guardias.

—Temo á Cristo, no á los guardias.

—Eso está muy bien. Pero no hay crimen más atroz que el asesinato. Rogaré á Dios por tí, más no sé si mis oraciones lleguen á ser eficaces, á menos que tú hagas voto de no volver jamás á tocar á nadie ni con la punta del dedo.

—A la verdad, yo no he matado deliberadamente,contestó Ursus.

Mas Chilo que deseaba estar perfectamente á cubierto en todo caso, siguió fulminando anatemas contra el asesinato é instando á Ursus para que una vez por todas formulase aquel voto de abstinencia.

Hízole también insistentes preguntas acerca de Vinicio; pero el ligur contestaba de mala voluntad á todas sus ave-