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QUO VADIS

amor que no fuese el amor de Cristo era un pecado contra él y contra la religión que confesaba.

Así, pues, cuando se detuvo á pensar en la amenaza suspendida sobre ella, de que llegaran á despertar en las interioridades de su alma otros sentimientos y deseos, alarmóse por el porvenir y tuvo miedo de seguir los impulsos de su ingénuo corazón.

En este crítico momento de lucha interior, presentóse Glauco, que venía á informarse de la salud de su paciente y á seguirlo atendiendo.

Y en un abrir y cerrar de ojos pudieron verse reflejados en el semblante de Vinicio la cólera v la impaciencia.

Irritóle ver así interrumpida su conversación con Ligia, de manera que cuando Glauco le interrogó por su estado, su respuesta fué casi desdeñosa.

Cierto es que prontamente se contuvo, pero si Ligia había concebido alguna ilusión acerca de que las enseñanzas por él escuchadas en Ostrianum alguna influencia pudieran haber ejercido sobre su indole irrefrenable, necesario era renunciar á esa ilusión El había cambiado solamente en lo que á ella se refería; pero fuera de ese único sentimiento ennoblecido, seguía alentando en el pecho aquel mismo corazón duro y egoista, corazón verdaderamente de romano y de lobo, incapaz no solo de las elevadas concepciones que de las enseñanzas cristianas fluyen, sino tambien hasta incapaz de gratitud.

Ligia se retiró por fin con el alma llena de intima zozobra y ansiedad.

Antes había ofrecido á Cristo en sus oraciones uncorazón tranquilo y realmente puro y cristiano como una lágrima.

Ahora esa tranquilidad había sido perturbada.

Hasta la corola perfumada de la flor habíase introducido un insecto ponzoñoso y empezado allí á zumbar.