Página:Quo vadis - Eduardo Poirier tr. - Tomo I (1900).pdf/339

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
329
QUO VADIS

mento de su fuga del palatino había sido para ella como un padre, que en este trance la demostraría él un poco de compasión, la consolaría y le infundiría valor y fortaleza.

—Yo ofrezco mi dolor y mi contrariedad á Dios, —dijo él; pero tú has engañado también al Salvador, pues has ido á sumegirte, por decirlo así, en un lodazal que con sus miasmas ha envenenado tu alma. Y ésta debiste haberla ofrecido á Cristo como un precioso cáliz y decirle: «Llénalo de tu gracia, ¡oh mi Dios!» En cambio, has preferido entregarla al servidor del génio del mal. Que Dios te perdo e y tenga piedad de tí; porque mientras no hayas arrojado lejos la serpiente, yo que te consideré siempre la elegida.., Y aquí interrumpió repentinamente su discurso, pues acababa de notar que no estaban ya solos.

Al través de los secos sarmientos de vid y de la hiedra, —que se mantenía verde en verano como en invierno,vió á dos hombres, uno de los cuales era Pedro el Apóstol.

Al otro no pudo reconocerlo inmediatamente, pues un manto de una burda tela de lana, llamada cilicium (1) le ocultaba una parte del semblante. Por un momento creyó Crispo que era Chilo.

Habiendo llegado á los oídos de ellos la voz de Crispo, que éste había levantado en medio de su exaltación, entraron á la glorieta y sentáronse en un banco de piedra.

El compañero de Pedro tenía el rostro demacrado; su cabeza, que empezaba á volverse calva, veíase cubierta á los lados de cabellos ensortijados; tenía enrojecidos los párpados y la nariz corva; y en su semblante, feo pero al propio tiempo inspirado, Crispo reconoció las facciones de Pablo de Tarso.

Ligia, poniéndose de rodillas, abrazó los pies de Pedro, llena de desesperación y ocultando su atormentada cabe—) Manto de cerdas ó de pelo de cabra.