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QUO VADIS

Y él no los rehuía, sin embargo, porque comprendía que algo era necesario hacer por el arte; y además si Apolo le había dado el don de la voz, no era conveniente desperdiciar estas divinas dotes. A mayor abundamiento, estaba convencido de que uno de sus deberes para con el Estado era no incurrir en tales desperdicios. Pero aquel día sentíase verdaderamente ronco. La noche anterior habíase puesto pesados abrigos sobre el pecho, pero de nada le había servido. Hasta pensaba hacer un viaje á Ancio, á fin de respirar los aires del mar.

Lucano le imploró en nombre del arte y de la humanidad. Todos sabían que el divino poeta y cantante había compuesto un nuevo himno á Venus, comparado con el cual himno de Lucrecio asemejábase al aullido de un lobezno Faltaba, pues una nota característica para que aquella fuese una verdadera fiiesta. Un gobernante tan bondadoso no debía causar semejantes torturas á sus súbditos.

—No seas, pues, cruel, oh Cesar! —terminó diciendo.

—¡No seas cruell—repitieron todos los que se hallaban ccupando sitios á él cercanos.

Neron extendió las manos en señal de que se veía obligado á ceder. Todos los semblantes mostraron entonces una expresión de gratitud y todos los ojos tornáronse á él. Pero, en primer lugar, Neron dió orden de anunciar á Popea que iba él á cantar. Y respecto á ella manifestó á los presentes que no había venido á la fiesta, porque se hallaba resentida su salud; pero ya que ninguna medicina la daba mayor alivio que el canto suyo, habría sido para él muy sensible cosa el privarla de aprovechar esta favorable ocasión.

En efecto, pronto vino Popea. Hasta entonces ella le había dominado como si fuera Neron súbdito suyo; pero bien sabía, por otra parte, que cuando se hallaba de por medio su vanidad de cantante, automedonte, ó [poeta, era peligroso provocarla. Vino, pues, al punto, hermosa como una divinidad, ataviada como el César, en traje de color