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QUO VADIS

de amatista y llevando un collar de perlas enormes, que en otro tiempo había sido robado á Masinica. Su expresión era dulce y sus cabellos dorados, y aunque divorciada de dos maridos, tenía el rostro y el aspecto de una virgen.

Fué acogida con vivas y aclamaciones de Divina Augustal» Ligia no había visto jamás una mujer más linda, y casi no daba crédito á sus ojos, porque sabía que Popea Sabina era una de las mujeres más viles de la tierra.

Pomponía habíale contado cómo, á instancias de e'la, asesinara el César á su propia madre y á su esposa; la conocía por los rasgos de su vida que le habían referido los huéspedes y los sirvientes de Aulio; sabía que las estátuas erigidas en su honor en la ciudad habían sido derribadas de noche; que las inscripciones, cuyos autores habían sido condenados á severos castigos, seguían á pesar de todo apareciendo sobre las murallas todas las mañanas. Y sin embargo, á la vista de la famosa Popea, considerada por los confesores de Cristo como encarnación de la maldad y del crímen, parecióle que su rostro era comparable al que podrían tener los ángeles ó los espíritus celestiales.

Erale imposible quitar los ojos de aquella mujer, y de sus labios escapósele involuntariamente la pregunta: —¡Ah, Marco! ¿Es posible?...

Pero, excitado, por el vino y como impaciente ante la circunstancia de que tantas cosas á la vez hubieran venido á distraer la atención de Ligia, apartándola de él y de sus palabras, dijo: —Sí, es hermosa, pero tú lo eres cien veces más que ella. Tú misma no lo sabes, ó estarías de ti propia enamorada, cual Narciso lo estuvo; ella se baña en leche de burras, pero Vénus te bañó en su propia leche. Tú no te conoces á tí misma, ¡Ocelle mi! (1). No la mires. Vuelve á mí (1) Ojitos mios, término de cariño que equivalía á cosa preciosa, cosa hechicera,