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ESQUEMA SEXUAL 237

El hogar burgués, era una tragedia oculta, que ante los de- más se ponía la máscara de una felicidad de opereta. Los es- posos aparentaban ser dichcsos en sociedad, para luego, en la intimidad de su alcoba, destrozarse espiritualmente con insultos y materialmente con golpes. Acaso el conjunto de cuadros sombríos del hogar, sugirió a Jules Renard esta frase saturada de humorismo doloroso: “Familia es la unión forzosa bajo el mismo techo de gentes que no se pueden ver”.

La mujer burguesa encontró una clandestina escapatoria de la tragedia del matrimonio. El adulterio es el delito sexual típica- mente burgués. En el adulterio, el hombre del pasado, com- prende que otro le arrebata su propiedad, su esposa, es decir, aquéllo que únicamente a él le pertenece.

Puede el hombre del pasado no sentir cariño por su mujer, hasta puede odiarla. Pero sí ella “le traiciona”, es capaz de asesinar. De ahí que nuestro Código Penal castigue tan du- ramente el adulterio, por lo menos en teoría, ya que en la prác- tica no se aplican las penas que él señala a la adúltera.

En cambio el adulterio del hombre, no tenía caracteres de catástrofe como el de la mujer. El podía tener varias mujeres, siempre que sólo estuviera casado con una. Nuestro Código, al castigar la bigamia, sólo sanciona el matrimonio dobie. Den- tro de la moral burguesa, la hipocresía ordena respetar seve- ramente la ley. No importa que en la realidad se presenten todos los vicios y todas las miserias. Si se ha aplicado la ley, está salvada la moral.

El marido burgués puede arrojar cuantas muchachas y cuan- tos niños pueda a la miseria y signe siendo un sujeto honora- ble. Pero si, por desgracia, se casó dos veces o si celebró su matrimonio en forma ilegal, la ley le castiga duramente.

El adulterio no es sino una consecuencia del matrimonio clásico. Dentro de la nueva moral, el adulterio no tiene razón de ser.

Hay otra causa más profunda para que hayan fracasado el matrimonio civil establecido por el liberalismo y las leyes del divorcio.

En su maenífico libro “La bancarrota del matrimonio”, dice el maestro Calverton: “La independencia económica de la mu- jer, la decadencia de la clase bureuesa y la guerra mundial, bien mirado todo, no son sino derivativos de la revolución bá- sica acaecida en la vida económica. La nueva moral, con su