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SESION DE 7 DE OCTUBRE DE 1822

el mayor dolor. No vea la Honorable Convencion que, despues de finalizado el término de nuestras augustas tareas, haya quien se avance a decir otro tanto de la prudencia i sabiduría de U.H. Yo no lo espero, porque confio que en el mismo interes i desvelo que U.H. ha tomado en consideracion todos los demas negocios peculiares al bienestar de la República, se decidirá a tratar sobre el que me precisa a llamar la atencion de U.H. —Santiago, 7 de Octubre de 1822. —Fernández.


Núm. 369

Señor:

Nada mas conforme al institucional carácter de su honorable representacion que la conservacion de los representados. Cuando en los electos no concurrieran aquellos sentimientos que la voluntad autora graba en el corazon del hombre, i perfecciona la educacion; cuando el resentimiento, la rivalidad i demas enemigos de las virtudes patrias se opusiesen a tan filantrópicas medidas, la sola reflexion del carácter público que se inviste, seria bastante para hacer resonar el lenguaje respetuoso de la verdad, de la prudencia i del patriotismo. Persuadidos a este el norte de ese augusto Cuerpo i que el preliminar de su beneficencia debería ser la creacion i fomento de los brazos instrumentales para que se forme este edificio, elevamos a su alta consideracion el reclamo que sigue, en alivio de la humanidad desvalida.

Once años de una feroz i asolante guerra tienen reducida la provincia al último estremo de calamidad, que pueda referirse a las historias. Sus moradores, despues de haber consumido cuanto animal cabalgar i de carguío lograron libertar de la ambicion de los enemigos i de las ocurrencias de sus defensores, los han devorado para conservar la vida; i con los mismos brutos dedicados a la guarda i sosten de sus personas i hogares, han sido víctimas de su necesidad. Por último, aun los ratones i demas animales obscenos son perseguidos por útiles, cuando ántes lo eran por perjudiciales. Reducidos los aldeanos a este triste i mal diseñado cuadro de inopia i miseria, buscan la conservación de su vida congojosa en las proximidades de la esperanza común del mar. Se cuentan desde las costas del Tomé i término del Biobio, dos mil i mas personas nutridas únicamente con las yerbas marítimas, que este elemento arroja i con los inmundos anfibios que de su seno salen. A esta ciudad igualmente se ha refujiado número indefinido de individuos, buscando hospitalidad i fundando su apoyo en la muerte de un padre, de un esposo, de un hijo; i por último, de lo mas precioso que se conoce en la vida social, desaparecidos inmaturamente en afeccion al sistema o en obedecimiento a sus majistrados. En situacion tan triste, la sana razon nos prescribe el remedio; pero ¿cuál podrá aplicarse, cuando la medicina aun no alcanza para curar de igual dolencia a los beneméritos cuerpos reglados, solo distinguibles del común del pueblo en sus cartucheras i armas?

No ha estado a los alcances de este Gobierno evitar las catástrofes que se han esperimentado en el solo partido de Rere. Los documentos que se acompañan acreditan auténticamente de haber sido sepultados en aquella diócesis, setecientos individuos muertos por necesidad, en el solo espacio de dos meses, por cierta desconocida epidemia que por la misma se jeneralizará. Este es un mal, Honorable Convencion, solo evitable si ese Supremo Cuerpo se penetra de la justicia i necesidad de sostener a sus semejantes. Ese recomendable vecindario ha oblado sumas considerables para dar vida política a nuestros hermanos del Perú. I ¿será dudable que si U.H., autoridad, le trasmite estas noticias, se rehusasen a un pequeño sacrificio de sus fortunas, para evitar la destruccion i ruina de sus compatriotas? Si ese caso llegase seria aplicable "luz de la calle í oscuridad de casan. No es presumible, Honorable Cuerpo; mientras ese vecindario hace por su parte los sacrificios que están a sus alcances, nos prometemos un pronto i eficaz remedio a tamaños males. —Dios guarde a U.H. los muchos años que esta infeliz provincia ha menester. —Cabildo de Concepcion, Setiembre 26 de 1822. —Señor. —Esteban Manzanos. —Manuel Serrano. —Damiano Gorostiaga. —José María Rivera. —Antonio Pantaleon Fernandez. —Pedro José Varela. —Señores de la Convencion instalada en la capital.


Núm 370

He tomado el mas vivo ínteres a fin de proporcionar a infinitos miserables algún poco de trigo en venta, haciendo un rateo proporcional de lo que fué capaz de consumir el cosechero en su familia, con lo que debia sacarse a venta pública, que el mismo dueño ha espendido, arreglado a los boletos dados por este Gobierno a los que consideraba dignos de ellos; pero esta disposicion, aunque útil, como han sido tan escasas las cosechas, ya se ha espendido todo el que pudo cómodamente sacarse para venta, a los cosecheros. De su finalizacion ha resultado que me oriente mas i mas de la suma indijencia de un sinnúmero de familias que acuden diariamente por boletos; pero no habiendo para dónde darlos, al despedirlas no se oyen sino lamentables jemidos que mueven a compasion, en especial cuando considero que, si no hai un arbitrio de dónde auxiliar este partido, en los dos entrantes meses veremos muchas víctimas sacrificadas a esfuerzos del hambre. En medio de tantas miserias, me lisonjeo de encontrar modo de evitar estos futu