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Pesando pilones de azúcar y enfardando tabaco se hallaba en el establecimiento á su cargo, calle San Ignacio 6 (Habana) cuando cierto día que no vaciló grabar en piedra blanca, uno de los más alegres de su vida, se le presentó otro de sus íntimos condiscípulos, que con don Juan Andrés Gelly y don Epitacio del Campo se habían encontrado en el mismo banco de escuela veinte años atrás. Era este heroico defensor de nuestra independencia el Coronel de granaderos don Ángel Pacheco, que colgara su espada al terminar la guerra, y antes de volverla á desenvainar para cosechar nuevos laureles en Ituzaingó, comerciaba allí su cargamento de carnes del Plata á la Habana, siguiendo después por achaques del corazón hasta Genova á solicitar del alto magistrado que ejercía justicia allí, le concediera en justicia la mano de la beldad que aquí le aprisionaba, dignísima señorita Reinoso, si bien apasionada por el joven guerrero, esperaba la bendición paterna que á tan larga distancia fué á solicitar.

Cuando más esperanzas prometía,
Le sorprendió la muerte en su camino;
Bajó la noche en la mitad del día!

escribió Zalazar sobre este periodista de fama continental, según Fernández Madrid, de quien