Página:UN HIJO DE PERRA - JOSÉ BAROJA.pdf/1

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada

UN HIJO DE PERRA

Por José Baroja

“Siempre habrá un perro perdido en alguna parte que me impedirá ser feliz”.

Jean Anouilh


Te ladraré una brevísima historia. Sí, lo haré con gusto. Solo para que no digas que no te quiero tanto como tú me quisiste a mí. En verdad, espero que sepas escuchar cada ladrido con suma atención, aunque sea un poquito; después de todo, yo siempre te escuché o intenté hacerlo, pese a tu extraño hablar. Sí, lo hice. De hecho, aún recuerdo, los secretos que me narrabas ahí, junto a la cama donde ahora estás; todavía me acuerdo, claramente, del cómo me hablabas de todos tus problemas, pero también de tus triunfos, allí, donde ahora estás llorando. Por ello, yo asumiré que tú también me escuchas, que tú me entiendes, que me sospechas acá arriba, aunque no me veas; y que, por tanto, todavía me quieres. ¿O no son por eso tus lágrimas? ¡Tantas horas llorando! Y te entiendo; no sabes cómo.

Lo cierto es que yo también quisiera aullar fuerte por ti; aun cuando hace mucho que no lo hago. Solía hacerlo; pero cuando comprendí que si no naciste en cuna de oro, que si no has tenido fortuna o que si no has sido humano, la vida será naturalmente difícil, dejé de hacerlo. Muchos años ya desde que caminaba cabizbajo, con frío, comiendo sobras que caían, accidentalmente, de una mesa en el casino de la universidad o que algún alma, de esas que aún existen con algo de bondad, incluso hoy, me acercaba al hocico. Eso debía ser algo bueno, pensaba: ¡Estudiar en la universidad! Comparten con otros, conversan, ríen, tienen tiempo libre, les dan comida… comida. ¡Si tan solo existieran universidades para mí! Al menos, puedo decir que allí te conocí; que allí dejé de aullar. Y esa es la parte linda de la historia: la que juntos construimos. ¿Pero antes de eso?

Yo nací junto a un río. Por si no lo sabías, nací bajo un puente llamado Arzobispo, ubicado en la comuna de Providencia. Si uno lo piensa un poco, todo suena irónicamente religioso; irónico, pues mi nacimiento no tuvo nada de especial. Después de todo, fui el menor de ocho hermanos, nacidos de una sola vez, lo que hizo las cosas difíciles desde mi primer contacto con este mundo y poco amigables con cualquier fe. Es más, apenas abrí los ojos, apenas comencé a hacerlo, debí asimilar, obligatoriamente, qué es sobrevivir, qué es luchar por la supervivencia, aceptando de inmediato “agachar el moño”, aceptar el “abuso” y “mirar hacia otro lado”. El menor de la camada, ese era yo.

Mi madre fue una verdadera perra. ¿Su pasado? No tengo la menor idea; aunque, al parecer, mi abuela provenía de una familia más pudiente. Inclusive