que estaba tan familiarizado con el imposible, que respondí afirmativamente.
—"Volad!" exclamó Seele, recobrando sus destellos, revistiéndose de su aureola.
Las alturas nos atrajeron, y cortando lentamente las capas del aire, nos elevamos como dos almas luminosas que van á lanzarse en el éter de los espíritus-imágenes.
No dejó de causarme cierto malestar este nuevo medio de locomocion, porque pensaba que bien podía ocurrírsele á Seele hacer abstraccion de los cuerpos tambien, los cuales, al rodar en la caida, habrían ido á estrellarse sobre el duro suelo, y las dos almas, reducidas á su peregrinacion ante-marcial, irían á reunirse con el torbellino de los espíritus, que en aquel momento lanzaban al planeta los rayos de los espirales luminosos.
en el aire
—"Decidme, maestro, ¿qué clase de pueblo vamos á conocer?"
—"Un pueblo extraño, y casi diría heterogéneo. Un pueblo en el que se vá apagando el sentimiento de la nacionalidad, como se apaga un planeta ante la luz del Sol de la mañana. A él afluyen todos los pueblos, todas las razas, y de este caos, ó condensa-