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que estaba tan familiarizado con el imposible, que respondí afirmativamente.

—"Volad!" exclamó Seele, recobrando sus destellos, revistiéndose de su aureola.

Las alturas nos atrajeron, y cortando lentamente las capas del aire, nos elevamos como dos almas luminosas que van á lanzarse en el éter de los espíritus-imágenes.

No dejó de causarme cierto malestar este nuevo medio de locomocion, porque pensaba que bien podía ocurrírsele á Seele hacer abstraccion de los cuerpos tambien, los cuales, al rodar en la caida, habrían ido á estrellarse sobre el duro suelo, y las dos almas, reducidas á su peregrinacion ante-marcial, irían á reunirse con el torbellino de los espíritus, que en aquel momento lanzaban al planeta los rayos de los espirales luminosos.


CAPÍTULO XXVI
en el aire

—"Decidme, maestro, ¿qué clase de pueblo vamos á conocer?"

—"Un pueblo extraño, y casi diría heterogéneo. Un pueblo en el que se vá apagando el sentimiento de la nacionalidad, como se apaga un planeta ante la luz del Sol de la mañana. A él afluyen todos los pueblos, todas las razas, y de este caos, ó condensa-