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za. ¿No veis?" pregunta súbitamente señalando al Loco.

Se evapora! Pero sus vapores, en vez de concentrarse en reducida nube, se difunden en gigantesco anillo, que un instante despues rodea la ciudad.

En la puerta del templo, el gran sacerdote Theopolita, el único digno de veneracion entre aquella turba de hipócritas y miserables contempla la escena sin podérsela explicar. El Loco del matraz ha desaparecido, pero en aquel mismo momento, una vision que derrama el supremo bienestar en nuestras almas, se destaca del agitado centro de Theopolis. El Doctor! la hermosa Sophopolita!

En tanto nosotros, reunidos en la plaza, corremos hácia ellos. Al pasar cerca del Templo, el Doctor, con fisonomía aterrorizada, dirije al Gran Sacerdote una mirada de venganza infinita y el Gran Sacerdote considerando que es un acto hostil á su dignidad, extiende la mano hácia el Doctor y la jóven. Al punto comienzan á girar: con ese vértigo de la evaporacion de los cuerpos para la exaltacion de las almas".

El padre de la jóven se precipita hácia sus hijos, y el Gran Sacerdote que le vé dirijirse hácia aquel punto, no sabe interpretar el deseo de un padre que vá á salvar á sus hijos... y extiende tambien la mano hácia él. Pero en aquel momento llega á nuestros oidos la fórmula fatal: "Evaporaos!"